Ahora sí, River campeón. Señorial, el equipo de Martín Demichelis se consagró en la Liga con dos fechas de anticipación y como Dios manda: con una clara victoria 3-1 sobre Estudiantes y en un Monumental en éxtasis como escenario.
“Micho” lo hizo: en menos de un año hizo olvidar al inolvidable Marcelo Gallardo. Esa fue la principal victoria del entrenador formado en Alemania. Demichelis construyó sobre los cimientos dejados por el “Muñeco” y le dio su impronta a un equipo que tomó la punta en soledad en la octava fecha y no la soltó más.
Finalmente, a los 10 minutos, la gente le rindió su tributo: “que de la mano de Demichelis, todos la vuelta vamos a dar”. Por supuesto, al otrora zaguero central le falta muchísimo camino por recorrer para tener su propia estatua.
“Lo sospeché desde un principio”. La célebre frase del inefable Chapulín Colorado cae como anillo al dedo a esta ‘sociedad conyugal’ entre River y el título, intuida prácticamente desde el arranque de la Liga y consumada en una velada de gala, ante un coliseo con aforo histórico.
“Vamos, vamos River Plate, hoy vinimos a alentar, para ser campeón, hoy hay que ganar”. O empatar al menos. Como sea, el cántico, pocas veces tan apropiado, atronó en el Monumental cuando el jugador más querido, Enzo Pérez, asomó por el túnel.
Fuegos artificiales, bengalas y muchísimo humo rojo y blanco. Fiesta anticipada. A veces sale mal, pero esta vez no pudo haber salido mejor. Porque River le saltó a la yugular a un Estudiantes que fue un mero sparring. Con varias bajas y la cabeza puesta en los play-offs de Copa Sudamericana, el equipo de Eduardo Domínguez no estuvo a la altura de su contrincante, sobre todo en la primera etapa.
Al minuto de juego, la “banda” ya había resuelto su único potencial problema: manejar su ansiedad -y la de la gente- hasta romper el cero.
El pase mágico de Leandro González Pirez para la definición exquisita de Lucas Beltrán fue el sedante necesario que abrió la puerta a una exhibición.
Otro golazo de la colección de Nicolás de la Cruz y una nueva sutileza de Esequiel Barco desde el punto del penal dejaron en claro apenas cumplida la media hora que lo que habría de venir ya estaba de más.
En el complemento, el “millonario” se desacomodó con los cambios y bajó el ritmo a la espera de la vuelta olímpica. El “pincha” descontó a través de Mauro Méndez, pero los hinchas locales siguieron cantando: “gracias por esta alegría de ganarle a Boca, de salir campeón…”
El título número 70 en el historial deja a River a tan sólo cuatro estrellas de Boca. Y los nueve puntos de diferencia sobre Talleres con seis por jugar, dan cuenta de su supremacía en la actualidad. Ahora vendrán otros desafíos para Demichelis y los suyos porque la rueda del fútbol jamás se detiene: ante la misma “T” por Copa Argentina y contra Inter de Porto Alegre por la Copa Libertadores.
La coronación -con trofeo que entregará Claudio “Chiqui” Tapia y un cheque de 500.000 dólares gentileza de la Conmebol al campeón- recién tendrá lugar dentro de un par de semanas, luego del partido ante Racing por la última fecha. Pero en realidad no hace falta esperar hasta entonces: River es el nuevo rey del fútbol argentino y eso es lo que verdaderamente importa.